Suburbio de Akaki/Kaliti, Addis Ababa, Etiopía, año 2004. Rahel Tamrat funda, junto con un grupo de colaboradores, Marefia Children’s Center, una ONG local cuyo objeto es proporcionar educación informal a un centenar de niños que no asisten a la escuela. Para ello logran financiación de diferentes entidades públicas y privadas. Pasado el primer año, la financiación se interrumpe. Rahel se niega a abandonar el proyecto y plantea una solución basada en promover algún tipo de actividad económica que pueda generar ingresos a las madres de los niños y garantizar su continuidad.
Rahel, Menber y Jorge (Bee Honey) en el patio de Menber
En el suburbio de Akaki/Kaliti las familias suelen disponer de una pequeña parcela de terreno con un pequeño espacio para cultivar un pequeño huerto y poco más, por lo que las dos primeras ideas que se le pasan por la cabeza son la cría de gallinas para la puesta de huevos y la apicultura. ¿Y por qué no? La mayor parte de las mujeres se decide por la cría de gallinas; ya tienen alguna experiencia y, al fin y al cabo, la apicultura es un oficio masculino, aparte del riesgo de picadura de las abejas. De un total de 150 mujeres, sólo 20 se deciden por la apicultura y se les dota de una colmena a cada una. Sólo dos de ellas tenían alguna experiencia previa en esta actividad. Después de unos meses, el programa de cría de gallinas fracasa: algunas mujeres se comen las gallinas, la alimentación no es la adecuada y dejan de poner huevos. Sin embargo, las apicultoras noveles obtienen su primera cosecha de entre 10 y 15 kg de miel y la pueden vender en el mercado. No han tenido demasiados problemas porque la vegetación del entorno es muy adecuada, se han dado cuenta de que el manejo de la colmena es sencillo y no han tenido problemas de convivencia con sus nuevas vecinas las abejas (¡que están viviendo en el patio de su casa!). Esto anima a muchas otras mujeres a aventurarse con éxito: actualmente están organizadas en 3 asociaciones que agrupan a más de 300 mujeres (beneficiando a sus respectivas familias).
Rahel nos lleva a conocer a Menber Ejeta (y a sus abejas) en su casa de Kaliti. Menber es una de las coordinadoras de una de las 3 asociaciones. Empezó en el programa sin ninguna experiencia previa hace 5 años. Con los ingresos extra que le ha proporcionado su nueva actividad y con la ayuda de un préstamo, que ahora se ve en perfectas condiciones de devolver, ha podido construirse una casa de obra, de la cual alquila una parte a otra familia para que le ayude a pagarla. En fin, toda una emprendedora también. Pero es que, además, está asesorando a otras mujeres en la práctica de la apicultura para extender el proyecto; incluso ha participado en un programa del gobierno para prestar formación práctica apícola en Sudán y Túnez (¡ya es una consultora internacional!). La ayuda recibida y la confianza adquirida le han llevado a organizar actualmente un programa comunitario en el barrio consistente en la colecta de dinero entre las familias para comprar ropa para los más pobres entre los pobres.
Menber junto a sus nuevas vecinas, las abejas, en el patio de su casa
¿Y Rahel? No para. Una vez el programa ha adquirido su propia autonomía y que ella se adentrado en el desconocido mundo de las abejas, se ha decidido a montar una empresa de producción apícola. De nuevo ¿y por qué no? Los primeros pasos no han sido nada fáciles: luchar contra la mentalidad dominante de que la apicultura es una actividad masculina, los continuos viajes por Etiopía tratando de identificar la mejor localización en unas condiciones de transporte y alojamiento no siempre óptimas, largas estancias fuera de casa, la falta de recursos financieros. Pero el enorme apoyo familiar le ha permitido superar todos estos obstáculos.
Y ha valido la pena. Actualmente cuenta con una empresa propia de producción de miel en Jimma, en la zona de Kaffa, de donde el café es originario (de hecho esta es la zona que da nombre al producto en todo el mundo) y de excelente calidad. Además de polinizar los cafetales, se obtiene una miel con un sabor realmente especial. Para ello ha formado a un grupo de 350 apicultores y apicultoras; en este aspecto ya le sobra experiencia. Un 25% son mujeres, lo que no está nada mal teniendo en cuenta que se trata de una zona en la que la mujer suele ocuparse únicamente de las tareas del hogar.
¿Y cuáles sus próximos pasos? Quién sabe. Energía y actitud le sobran a esta heroína del siglo XXI.
Si te gusta la historia de Rahel, ayúdanos a difundirla. A ella le encantará que su ejemplo inspire a otras mujeres en su lucha diaria.
English version
¿Who is Rahel Tamrat? …or, how a heroine, with
the help of bees, can transform the lives of 300 women and their families
Suburb of
Akaki / Kaliti,
Addis Ababa, Ethiopia, 2004. Rahel Tamrat
founds, together with a group of collaborators, Marefia Children's Center, a
local NGO which aims to provide
informal education to a hundred children who
don’t attend school. With this
purpose, they get funded from
different public and private entities. After the first year, funds cease. Rahel refuses
to abandon the project and presents
a solution based on promoting some kind of economic activity that can generate income to the children’s mothers and guarantees the continuity of the
education project.
In the suburb of Akaki /
Kaliti, families usually
have a small plot of land with
a small space for a vegetable garden
and not much more, so the first two ideas that came to Rahel’s mind were raising chickens for egg
laying and beekeeping. Why
not? Most women
chose to rear hens;
they already had some experience and,
after all, beekeeping is a male profession, apart
from the risk of bee stings.
Of a total of 150 women, only 20 decided to start beekeeping and each of them were provided by a hive. Only two of them had any previous experience in this activity. After a few months, the hens breeding
program fails: some women eat the chickens, in other cases food is inadequate and hens stop
laying eggs. However, novice
beekeepers get their first harvest of between
10 and 15 kg of honey and they can sell
it in the market. They haven’t
had too many problems, because
the surrounding vegetation is
very appropriate, they have
realized that the hive management
is simple and they haven’t had any
problem with their new neighbors, the bees (who are living in the backyard of their
homes!). This encourages many women to venture successfully:
at present, they are organized in three associations
representing more than 300 women (and
benefiting their families).
Rahel
takes us to meet Menber Ejeta (and
his bees) at his place in Kaliti. Menber is one
of the coordinators of the
three associations. She started in the
program without any prior experience, five years ago. With
the extra income
provided by her new activity and with the help of a loan, which now she can pay back in perfect condition, she has been able to
build a house, which rents partly to another family. A real entrepreneur too! She is also is advising other women in beekeeping
to extend the project; she has even participated in a government program to provide practical beekeeping training in Sudan and Tunisia (she
is already an international consultant!).
The aid received and the self-confidence gained through the project led her to organize a
community program in the district, consisting in the collection of money from families to buy
clothes for the poorest of the
poor.
And what
about Rahel? She never stops. Once the program has acquired its own autonomy and she
has ventured into the previously unknown world of bees, she has decided to start a business of
beekeeping. Again, why not? The first
steps haven’t been easy:
fighting the prevailing mentality that
beekeeping is a male activity,
travelling through Ethiopia while
trying to identify the best location for
her business, not always with the best transport and
accommodation conditions, long stays away from home, lack of financial resources.
But with a huge family
support, she has overcome all these obstacles.
And it was worth it. Today, she owns a honey production company in
Jimma, in the Kaffa area, where coffee originated (in fact, this is the area that
gives name to the product worldwide) and of excellent quality. In addition to
pollinate the coffee plants, the honey itself has a very special and nice taste.
She has trained a group of 350 beekeepers; in this matter she has quite enough
experience. 25% are women, which is not bad considering that it is an area
where women often deal only with household chores.
And
which are
her next steps? Who knows. This
heroine of the XXI century doesn’t lack energy nor attitude.
If you liked Rahel's story, please help us spread it. She loves that her example inspires other women in their daily struggle.
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